Ardieron nuestros corazones extasiados, ardieron nuestras sonrisas de ingenua credibilidad, ardió nuestra más sincera melodía, nuestros besos con sabor a rock en los labios, nuestras esquinas más recónditas, aquellas tardes de verano entre atardeceres y cervezas, aquellas palabras que evitamos, los mensajes de dos en dos, las horas y las conversaciones muertas. Ardió nuestra vida, la otra la dejamos para el recuerdo.
Ardieron nuestras ilusiones y nuestras pasiones, ¿recuerdas aún mis confesiones secretas bajo los efectos del alcohol? quizás fueron las que nos convirtieron en eternos. Tú y yo, ardimos con ellas.
Y te diría que te quiero, y ardería también, te diría que te echo de menos, que el equilibrio es posible, que Ferreiro no tiene ni puta idea. Te diría aún tantas cosas... Pienso callármelas por joder.
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